¿Media naranja?¡Sí, mis huevos!

Lo sé. Es muy tentador ver la peli de Cenicienta y no pensar de inmediato en quién será esa única persona afortunada, entre 8 mil millones de habitantes, que calce la talla de tu zapatilla imaginaria.

Otro pensamiento igual de romántico es el de las «medias naranjas». Y si quieres sonar más maduro, ya sea espiritual o intelectualmente, puedes recurrir al argumento de la «naranja completa», lanzando la típica frase de «es mejor estar completo antes de unirte a alguien más».

El problema es que los que creen en la media naranja, en el fondo, buscan un atajo. Quieren evitar el trabajo que implica construir una relación real. Buscan una casa hecha, pero irónicamente, la mayoría ni siquiera tiene el dinero (madurez o preparación) para comprarla. Su forma de pensar los delata. Por otro lado, quienes creen ser «naranjas completas» pretenden ignorar una verdad incómoda: la completud no existe, al menos no mientras sigamos vivos. La vida es un camino de aprendizaje constante, y si esperas estar pleno para compartir con alguien, te saldría más rentable pasarte la vida viendo Netflix hasta que te dé un ataque cardíaco.

La realidad es que todos llevamos dentro la semilla de esa naranja. Tenemos el potencial de convertirnos en una naranja completa o en media, dependiendo de nuestro esfuerzo y trabajo. Cuando eliges a alguien, ya sea por intuición o razón, lo importante no es si encaja perfecto desde el primer día, sino si tiene el potencial de seguir calzando tu zapatilla incluso después de que pase la etapa del enamoramiento.

Al final, no se trata de encontrar una mitad perdida ni de alcanzar una perfección inexistente. Se trata de reconocer el potencial que llevamos dentro y tener el valor de cultivarlo junto a alguien más.

¿Y tú?. ¿Qué opinas de todo ésto?. Cuéntame en la caja de comentarios tu visión al respecto. Me encantaría leerlo.

Infinitas gracias por leerme. Espero que al menos ésto sirva como punto de partida para una reflexión profunda si es que quieres lanzarte a los peligrosos abismos del amor.

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